A la hora de iniciar un emprendimiento, constituir o reestructurar una sociedad, son muchos los aspectos a tener en cuenta: la selección de la razón social, la dotación del personal, la tecnología a utilizar, la localización del establecimiento, etc. Sin embargo, hay algo a lo que nadie puede escapar: el pago de tributos.
La carga fiscal se hace sentir año tras año en los números de las compañías; y los empresarios se preguntan qué pueden hacer para poder ingresar menos dinero a las arcas del estado y reducir la carga impositiva. La evasión y la elusión no son las soluciones, ya que acudir a ellas puede derivar en el pago de cuantiosas sumas en conceptos de multas y, en el peor de los casos, hasta cabe la posibilidad de penas de prisión. No obstante, existe una herramienta totalmente legal que permite lograr ese objetivo: la planificación fiscal.
La planificación fiscal permite ahorros sustanciales en la cuantía de las obligaciones tributarias, diferir el momento en que su pago ha de hacerse efectivo y evitar problemas de tesorería, que nos hacen acudir a la financiación externa con los correspondientes costes financieros que conlleva.
Nuestra gestión fiscal incluye estudios de planificación de la tributación, servicio de consultas, presentación de impuestos, información continua sobre cualquier novedad en el ámbito fiscal y asesoramiento ante una posible inspección fiscal.
CÓMO ALIGERAR LA CARGA TRIBUTARIA
Las normas tributarias convierten al Estado en partícipe de los resultados de toda actividad económica llevada a cabo por los particulares, siendo las leyes fiscales las reglas por las que se fijará la participación del Estado en dichos resultados.
Las leyes fiscales cumplen además una finalidad de política económica, tratando de orientar la actividad de los particulares hacia fines socialmente deseables. Así, se incentivan unas actividades mediante reducciones o incluso subvenciones fiscales a la vez que se desincentivan otras, incrementando su gravamen. Esto implica que la carga tributaria soportada por una persona física o jurídica variará en función de las decisiones adoptadas.
De este modo, al llevar a cabo una inversión, es posible elegir entre activos diversos (fondos de inversión, depósitos bancarios, planes de pensiones, etc.) con tratamiento fiscal muy distinto. Al iniciar el ejercicio de una actividad empresarial, puede hacerse bajo forma societaria o como empresa individual. La forma de empresa determinará la cuantía del gravamen.
Es más: las obligaciones fiscales afectan incluso a las esferas de la vida privada personal, pues también también las decisiones de casarse, divorciarse, o tener hijos, tienen consecuencias tributarias.
La planificación fiscal tiene como objeto conocer a priori las consecuencias fiscales de las decisiones personales, para poder así actuar de la forma más adecuada: aunque pagar impuestos sea una obligación ineludible, el sistema tributario permite ciertas opciones que conviene conocer, saber, cuantificar, y comparar, a fin de escoger las más adecuadas, coordinarlas y estructurarlas en un plan estratégico que permita reducir al máximo los gastos así como beneficiarse de las ventajas y exenciones legales permitidas por la ley.